28 julio, 2005

Ciudad, ciudad...


El infierno está afuera, pero adentro es peor.
Alfredo sale a la calle y tiembla, los ojos de la gente se le clavan en la carne, se le meten en los ojos, le tocan la entrepierna, lo violan muchísimas veces, lo matan todos los días de su vida en un momento solo. Cada paso una tonelada, y un grito furioso muerto justo en el pecho, en la tormenta, girando el mundo con odio.
Alfredo atrapado en las paredes de la ciudad, la ciudad un bicho inmundo, gigante, con hambre de gente como cosas. Con hambre de gente como bosta. Un bicho come cabezas, come cuerpos, come todo.
Alfredo le pide a Dios, reza, solloza, llora. Alfredo con las manos restregadas, los dedos blancos fríos, sudados; los dedos nerviosos contra la frente, contra el mentón, con los pelos enredados grasosos, desesperados.
Alfredo el tipo más solo del mundo, perdido en el espacio infinito, imposible, negrísimo y helado.
Y se duerme llorando, hecho un ovillo sudado.
Y sueña con caras que dan vueltas filosas sobre su cabeza, sobre su sexo, desde adentro, con vuelos que cortan oxidados, terribles con vuelo de pájaro maldito.
Y se despierta y está muerto, desecho, inmundo. Los vahos, los orines lo matan de miedo, la ventana cerrada para siempre, la luz anaranjada; todos los retoños, los hijos malditos de la ciudad.
Ciudad come todo, engendro con alma de cemento y humo negro. Ciudad de aceros negros, de lenguas como fuegos, de dientes de gente como perros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Necesito remover esto. Es como un cáncer, como un filo que corta sin que me de cuenta. Necesito hablar de esto, quiero aislarlo en mi mente y extirparlo. Pero quién puede lograr algo así. Qué dolor de cuello, mierda. Quiero ser delicada y no me sale, quiero ser bella por dentro y por fuera, y no me sale. Quiero dejar de pensar en cosas sin sentido. Cosas que no me llevan, me arrastran. Me diluyen. Y yo no quiero, quiero estar completa, mantener mi esencia. Pero no puedo, se va, se desliza y se pierde, fluye en caudal, lejos y fuerte y va golpeando y derramándose. Puedo ser así? Soy yo? O es otra proyección de esas que me distorsionan. Podría dejar de sentir el asco, el mareo, la nausea? Soy capaz de eso?
Voy a ser capaz algún día de eso? Esto tiene un fin? Tuvo un principio alguna vez?

Anónimo dijo...

no no tiene fin

In Vino Veritas, pero en cerveza también!